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Sheinbaum y el eco del caos y miedo

2025-07-18 | Armando Vásquez A. | Sección:

POR PRIMERA OCASIÓN en sus nueve meses y medio de gobierno, una declaración de Sheinbaum reflejó un sentir popular, sin ambigüedades, al señalar como injusta la acción de la ciudadana Karla Estrella Murrieta quien debe publicar un twitter durante un mes disculpándose por la afectación hecha a la diputada Diana Karina Barrera y conforme a una disposición de un tribunal.

Se sintió bien pues no deja de ser un castigo oprobioso, humillante, ridículo y temerario. Esa posición de la presidenta es la única que en su sexenio hemos notado como adecuada, plena, satisfactoria, empática.

¿Qué quiere el ciudadano común? Categóricamente un gobierno efectivo que busque estabilidad, predictibilidad y consenso para garantizar el desarrollo y la confianza para vivir en paz, con calma, sin sobresaltos. La transición con Fox fue pacífica, “no nos falles” le gritó esperanzada frente al Ángel de la Independencia en el festejo de su triunfo.

El país vio con buenos ojos la creación del Seguro Popular, la ley de transparencia (IFAI), el fortalecimiento del programa Oportunidades, la consolidación de la alternancia democrática, la promoción de derechos humanos en política exterior y detalles como la generación de nuevos burócratas vía headhunters, entre otros puntos fuera de todas las críticas que usted disponga.

Con Felipe Calderón, lo que se recuerda es su fallida lucha contra el narco que arrojó en la ciudadanía una atarraya de miedos, sinsabores, inestabilidad emocional que orillaron a la población a regresar al PRI cuyo mandato con Peña Nieto arrojó una visión de coraje, frustración, dolor de tripas, que nos llevó a López Obrador al poder con las causas y efectos ya conocidos quien impuso un ingrediente extra: la administración del miedo y el caos como modelo generado de gobernabilidad de forma consciente o inconsciente.

En un contexto de inestabilidad prolongada la población suele sentirse frustrada por la incapacidad de las instituciones para resolver problemas, desencanto que puede canalizarse hacia el apoyo a líderes o movimientos que prometen soluciones rápidas y radicales, como populismos, autoritarismos o movimientos extremistas que ya supimos como sociedad lo que se siente.

Lo que hemos vivido con Sheinbaum en un 90 por ciento es reflejo de la herencia del tabasqueño, incluyéndola, por supuesto y desgraciadamente sigue contaminada con su segundo piso pues abundan las teorías sobre las consecuencias de mantener el caos como herramienta de control para perpetuarse en el poder.

Una sociedad en constante caos sufre desconfianza, polarización, deterioro económico, inseguridad, desgaste psicológico y pérdida de cohesión, lo que puede derivar en crisis de gobernabilidad o radicalización. Si el caos es intencional, su sostenibilidad es limitada por el riesgo de colapso social o político.

La Cuarta Transformación sostiene a una sociedad fatigada y desesperada que se volvió insensible, (se acabaron los apoyos caritativos o solidarios con gente en desgracia), de tal forma que el caos genera ansiedad y agotamiento en la población, hartazgo continuado y sobre todo miedo que viene siendo una causa y un efecto de una gobernabilidad caótica como la actual.

Claro la población no es homogénea. Mientras algunos buscan soluciones drásticas, otros pueden optar por la participación cívica, el diálogo o la desmovilización, pero también por la indiferencia, apatía y cerrazón mental.

Y llegamos así a la conclusión de que vivir con miedo no es vivir pues en sus múltiples facetas es un catalizador fundamental de la inestabilidad en la gobernanza, tanto como causa como efecto, repito. Cuando los actores políticos, sociales y económicos operan bajo el influjo del temor, las decisiones suelen volverse reactivas y erráticas, generando un caldo de cultivo para el desorden.

El miedo al cambio o a la incertidumbre, por ejemplo, puede paralizar o polarizar a una sociedad como la reforma judicial por el temor a la pérdida de la independencia judicial. Esta aprehensión se tradujo en protestas y confrontaciones, desestabilizando el sistema.

Además, el miedo al ser una narrativa deliberada, enfatiza en los discursos de crisis u odio al señalar "enemigos internos o externos" para justificar medidas autoritarias, perpetuando un ciclo de desconfianza y caos. La etiqueta de "traidores a la patria" es un ejemplo claro de cómo se puede infundir miedo para dividir y desordenar. En el ámbito económico, la incertidumbre financiera puede inducir a la fuga de capitales o a la resistencia de inversores, incrementando la inestabilidad y erosionando la confianza.

Por otro lado, la gobernabilidad caótica también engendra terror provocando un de alta violencia o delincuencia, como el que se percibe en varias regiones de México que genera un temor generalizado que reduce la confianza en las autoridades y disminuye la posibilidad de fortalecer la justicia por más acciones de combate que realicen. Asimismo, las políticas percibidas como autoritarias, como las reformas que podrían debilitar las instituciones, infunden miedo a la pérdida de libertades y derechos, impulsando a la ciudadanía a la protesta.

Esta relación entre miedo y caos es cíclica y se retroalimenta. El miedo inicial a una crisis puede generar acciones que desencadenan el caos, y a su vez, este caos intensifica el miedo, debilitando aún más la gobernanza.

En el contexto del gobierno de Sheinbaum el miedo se ha manifestado claramente. El temor a la centralización del poder ha impulsado movilizaciones contribuyendo al caos político. Al mismo tiempo, la polarización y las protestas han generado un miedo generalizado a una escalada de conflictos, reflejado en encuestas de percepción y en indicadores económicos como la inversión extranjera directa.

Por eso, y aunque una golondrina no hace verano, la presidenta se debe de haber sentido bien cuando criticó duramente el ataque a una ciudadana porque, dijo, la libertad de expresión no debe ser castigada y "menos penalmente" a la vez que enfatizó que el poder debe ejercerse con humildad, sin excesos. Fue refrescante y su discurso es reutilizable en todo momento.

Sin embargo, aún nos preguntamos cada mañana al ver las noticias: ¿hasta cuando se apaciguará la incertidumbre, zozobra, suisirio, el caos en el que vivimos?, ¿acaso seremos orillados a buscar soluciones drásticas en el 2030 como ocurrió con el PRI y el PAN?, ¿o viviremos cinco años más con miedo a que este gobierno nos ponga la bota en el cuello para eternizarse en el poder?

EN FIN, por hoy es todo, le seguimos hasta principios de agosto pues nos tomaremos unos días de descanso, si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…                                                                                                                                                                                                                                  

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