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La rebelión de los decepcionados

2021-09-24 | Armando Vásquez A. | Sección:

HAY UNA CARACTERÍSTICA especial que ocurre alrededor de un gobernador y que suele trascender en el corto plazo: el aumento de los decepcionados cuya sinergia negativa termina cuando son atendidos.

No hay excepción, ni con Alfonso Durazo.

Los gobernadores saben que al llegar al poder es muy difícil compensar a todos aquellos que le apoyaron antes y durante la campaña para llegar a ese cargo.

Hay aquellos decepcionados que guardan dentro de sí la esperanza de demostrar ese desanimo y que éste llegue a oídos del gobernante para que le ponga una solución directa de manera personal o a través de un tercero.

Claro está, en esto también hay niveles.

Cuando se participa en una campaña se conforma una fraternidad natural pues existe un objetivo: lograr que gane el candidato para lo cual hay quienes invierten recurso económico –y que, conforme a la cantidad otorgada se incrementa el sentido de corresponsabilidad en ambos sentidos--, los hay otros que aportan su capacidad creativa y talento para generar aquellas promociones que permitan repuntar a su sayo y están los últimos, quienes invierten en mano de obra al ser los operadores, los hombres y mujeres que hacen la talacha en la guerra.

También están los “tontos-útiles” como les llamaba Stalin o “los amigos pasajeros” como les decía Lenin que cuando su candidato gana se sienten con derechos de servirse del pastel. Estos son olvidados muy pronto por el gobernante y son colocados en su mínima expresión. Lo interesante es que al no ser parte de los beneficiarios se vuelven en los más ácidos críticos de quien antes era su ídolo, abundan quienes esperaban su rebanada y que recibieron un violín. Estos se pierden y difuminan en el tiempo, por eso no le damos importancia.

Cada uno de estos participantes conforman a su vez un ejército que espera, cuando gane su candidato, una reciprocidad o bien, ser colocados en una posición o ser cercanos al poder para arañar desde prebendas hasta picaporte para futuras acciones.

Por lo general, los soldados rasos, los operadores sin rostro, se afianzan de su jefe en turno para lograr objetivos particulares allende la campaña, una vez que logran el triunfo. Sus compensaciones son básicas.

Los de bando medio, aquellos que cuentan con una posición de jefatura y coligados a quienes pertenecen al círculo rojo (los generales) del candidato, aspiran a una subsecretaría, dirección o jefatura de áreas pues saben que las secretarías y posiciones principales ya están apartadas.

Un porcentaje interesante de este tipo de tácticos se le envalentaron al entonces gobernador Guillermo Padrés a los meses de iniciar su gobierno realizando un escandalito mediático y la respuesta del Ejecutivo fue contundente: “Ya les pagué”. Con eso se los quitó de encima pero conformó una nata de enemigos decepcionados que al tiempo colaboraron para que, con su granito de arena, ganara Claudia Pavlovich.

En el caso del nuevo gobierno existe una problemática que va creciendo. Se están preferenciando a gentes de otros partidos por sobre los de Morena. Entran al concepto de decepcionados toda vez que fueron los bandos medios y merecían reciprocidad. Están observando que los cargos que les pertenecían en teoría, se ocupan por panistas del bloque padrecista o por gente traída de la CDMX y otras partes del país. Este coraje ya se siente y no hay que perderlo de vista. Ya tronará en su momento.

Aquellos que se conforman como apoyadores financieros de gran calado esperan convertirse en “divinos” dentro del nuevo gobierno pues esa inversión cuenta con un alto grado de riesgo por eso existen quienes apoyan tanto a uno como a otro candidato para no perder la apuesta, pero quien juega con Dios y con el diablo en un momento la pierde pues la lealtad de parte del gobernante –quien siempre se entera de estos casos--, les coloca en el ramo de preponderancia y lealtad ubicado en el último escalón.

Los que se la jugaron de a deveras entran a ese círculo rojo post campaña o bien, pre gobierno. La ganaron. Ya en su momento tendrán sus recompensas vía Secretaría de Hacienda y quita de impuestos o bien, vía pagos inmediatos si gobierno tiene adeudos con ellos. También está el cumplimiento de cualquier otro tipo de favores. Es lo natural.

En el caso de Alfonso Durazo realizó hace unos días una cena con empresarios escogidos, pero no invitó a ese ágape al constructor “divino” en tiempo de Guillermo Padrés, es decir a Alfonso González Morillas quien el día de hoy se siente sumamente decepcionado.

Y cómo no, si el apoyo otorgado a Durazo Montaño fue total, incluso, antes de que tomara protesta como gobernador y atendía a la gente, aún le prestaba su oficina ubicada por el bulevar Kino, frente al súper Ley que durante años prestó para que fueran oficinas de Morena cuando el hoy Ejecutivo era coordinador estatal.

Este tipo de situaciones, de no atenderse en el tiempo debido, suele generar discrepancias muy fuertes que crecen de manera paralela conforme a la falta de tratamiento. Es decir, entre más días pasen se genera un efecto dominó pues dicha decepción se vuelve “viral”, por así llamarle, al transmitirse ese enojo a quienes rodean al fuerte apoyador financiero y la nube de contaminación se expande hacia abajo y a los lados de tal manera que llega un momento en que esas expresiones negativas ingresan al punto de no retorno.

Todos los gobernantes a su vez califican a quienes le apoyaron y hay algunos que llegan a pensar que “es amigo”, lo cual es muy común y son colocados en esa lista especial en la que determinan que ese tipo de personas son controlables.

Tal vez en esa posición se encuentra el constructor Alfonso González, pero la semilla de la discordia ya se sembró y se está diseminando. Lo más seguro es que en un momento determinado, con una palmadita en el hombro de parte de ADM, logre que se contengan los ímpetus negativos, pero el veneno, en estos momentos, ya está diseminado y contaminando algunos ambientes y personas defensoras de Alfonso Durazo durante la campaña. Pero hoy, ya transmutaron y aunque arriba se hayan arreglado, abajo será difícil detener el ímpetu de coraje generado.

EN FIN, por hoy es todo, le seguimos el lunes si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…

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