Ganaron los malos…
SHEINBAUM SOLICITÓ una investigación tras un concierto de Los Alegres del Barranco –fundado en 2005 en Badiraguato--, en el Auditorio Telmex de la Universidad de Guadalajara, donde se proyectaron durante dos segundos, imágenes del líder del CJNG, Nemesio Oseguera, durante la interpretación de "El Dueño del Palenque", que alude a "El Señor de los Gallos". El público respondió con aplausos. La presidenta calificó el acto como inaceptable y pidió analizar si hubo apología de la violencia.
En vía de mientras, el gobierno de EU le quitó la visa al grupo musical y no los dejará trabajar en su país. ¿Debería México seguir el ejemplo gringo?
Hace cuarenta años también existían narco corridos que uno degustaba y cantaba en las pisteadas, interpretados por grupos de renombre, --sobre todo de los Tigres del Norte, Los Invasores de Nuevo León, entre otros--, que conformaron un sub género de la música regional mexicana y contaban historias más románticas y heroicas sobre los narcotraficantes mostrando a los personajes como forajidos aventureros que desafiaban las leyes.
Los temas giraban en torno al contrabando de drogas y las hazañas de los traficantes en las comunidades resaltando valores como el honor, lealtad familiar y amistad destacando el origen humilde de los protagonistas y cuyas melodías estaban profundamente arraigadas en la música norteña y de banda.
¿Y qué pasó?
Fue la base de los narcocorridos actuales que son más explícitos y realistas, con detalles gráficos sobre violencia, asesinatos, venganza, armas y enfrentamientos. En ocasiones, presentan un tono más crudo y directo. Los temas giran en torno al poder de los cárteles, conflictos violentos, lujos extremos como autos deportivos y tecnología de última generación, por lo cual exaltan un estilo de vida glamoroso y peligroso, influenciado por corrientes urbanas, con letras que reflejan una realidad más compleja y controversial e incorporan géneros modernos como trap, reguetón y rap.
El marco cultural conformado hoy –a diferencia del de hace décadas-, abarca como eje de vida lo ostentoso, mansiones extravagantes (incluidas las construidas en los panteones), autos de lujo, mujeres denominadas Buchonas, relojes, joyas, que son símbolo de estatus incluyendo el manejo de un lenguaje y simbología muy propios, (apodos, frases y códigos que reflejan poder y lealtad, además de tatuajes con imágenes alusivas a la vida del narcotráfico) así como arte y arquitectura con murales hasta mausoleos en los cuales se busca inmortalizar figuras importantes del narco.
A esto hay que sumar las series y películas sobre historias de narcotraficantes, muchas veces glorificando su estilo de vida que se magnifica vía la música urbana y los géneros ligados a la narcocultura.
En algunos estados de México los narco corridos han sido prohibidos (como en BC, Sinaloa, Chihuahua, Quintana Roo, Jalisco, Tamaulipas, Aguascalientes, Yucatán y Sonora, donde presenta claroscuros) pero la narco cultura sigue en apogeo, como ocurre también en otros países del mundo como Colombia, (incidiendo en la moda con ropa pomposa, joyería llamativa, arquitectura y en los vallenatos); en EU predomina una mezcla de hip-hop con rap destacando lujo, autos deportivos y poder; lo mismo ocurre en países de Europa –sobre todo España e Italia—y en el sudeste asiático.
Es triste observar videos donde niños corean narco corridos gesticulando, con ojos desorbitados y queriendo llamar la atención de sus nuevos ídolos que en el caso de Hermosillo adquieren casas de lujo como en La Jolla, donde acuden hijos e hijas muy jóvenes, de algunos connotados políticos y funcionarios capitalinos.
La popularidad de estos cantantes jóvenes crece tras cada embestida gubernamental que quiere rebajarlos y terminan siendo perdonados y engrandecidos, amén de que hacen una apología del delito al incitar a consumir droga o colocar en su mente a “héroes” que en realidad son antihéroes. Ejemplos, sobran y los padres de familia no saben qué hacer ante este fenómeno cultural.
Todo indica que ya tenemos una generación perdida pues la glorificación del narco hoy, es un pensamiento difícil de resetear y cuyas secuelas se verán o se ven reflejadas en la flexible conducta que se les incrusta que tiende al mal, no al bien.
Es que rescatar a los jóvenes inmersos en la narcocultura puede tomar hasta quince años, dependiendo de su contexto social, familiar y económico. Es un enfoque que requiere un tinglado integral que combine educación, oportunidades económicas, programas sociales y un esfuerzo continuo para fortalecer valores y el tejido social. La clave está en la prevención y la rehabilitación sostenida. Uf. Ganaron los malos.
Pero no es todo, no hay hasta el momento un esquema de contracultura para confrontar la situación actual. No hay cantantes ni artistas de otra gama –incluyendo a los cultureros--, que encaucen su trabajo a ese rescate.
Y el problema sigue creciendo pues si bien es cierto que no todas las personas inmersas en la narcocultura optan por las drogas, también lo es que, al glorificar aspectos del narco, se orille a incluir la normalización del consumo de sustancias o actividades ilícitas.
Es un daño que carcome a la sociedad.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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