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Sí, señor secretario…

2021-09-13 | Armando Vásquez A. | Sección:

ALGUNOS DE LOS titulares de secretarías del gobierno estatal, no saben ni papa de cómo enfrentarán la nueva responsabilidad para la que fueron llamados. A veces, tampoco conocen la dirección o ubicación de la oficina principal desde donde despacharán. No es broma.

Lo primero que hacen es llamar a reunión a subsecretarios y directores de áreas para escuchar las problemáticas a resolver, son gente que no conoce y quienes, parece, que se pusieron de acuerdo al emplear un lenguaje con palabras nacidas in vitro o siglas de algún programa como si fueran de uso común.

Lo más curioso es que les da pena, miedo o vergüenza, preguntar cuáles son las funciones que desempeñan cada uno pues no quieren que los tachen de ya sabe qué… O bien, no se sienten con derecho de cuestionarles pues ya presentaron su carta renuncia.

Mejor se acercan a la secretaria de la oficina que todo lo sabe, desde los chismes más trascendentes hasta el manual de operaciones o por lo menos sabe dónde está para que lo consulte. Claro, es quien le lleva la agenda de manera inicial.

Luego de leer los diferentes manuales, por su generalización en sus funciones, no los entiende hasta que empiezan a caerles los veintes y se dan cuenta que casi todo está hecho o encaminado presupuestalmente y decide seguir instrucciones proporcionadas por otros secretarios o el mismo gobernador. No cuentan con toma de decisiones propias de momento pero ello ocurrirá más delante, cuando le entiendan a esto.

Todos los gobiernos al iniciar, hablan de transformación, del cambio verdadero, ahorro y trabajar más con menos como le llama ahora Amlo: la sana austeridad. Son políticas que rara vez funcionan a menos que desaparezca áreas y bases. Ya se verá cual es la instrucción.

El hecho es que una vez sentado en la silla virreinal, todo secretario lo primero que nombra es un secretario particular. Una persona cuya edad sea mínimo diez años menor que el titular, que no respingue y esté dispuesto a cualquier hora del día, noche o madrugada. Discreto por si escucha conversaciones o ve escenas que no debe y sobre todo, aguantador de la carrilla, buylling o del menosprecio que significa la burla rebajadora de la dignidad de la persona.

Los bacanales, de los que será testigo, (exceso de alcohol, drogas, mujeres non propias que luego son comparadas con las leonas de casa, etcétera), deben ser cubiertos diligentemente pues le tocará llevar a su casa al señor secretario y al otro día pasar por él temprano para ir a la oficina. Recuerde que durante el sexenio de Padrés, casi la mitad del gabinete –una treintena--, dejaron o abandonaron a sus señoras esposas. Aquí estuvo el origen.

El otro origen, el de amasar fortunas a como dé lugar –desviando recursos, cobrando por actividades simuladas, por supuestos trabajos que nunca se hicieron, el fraude de la venta de plazas, tráfico de influencias y un largo etcétera que es corrupción líquida--, empezó desde el momento en que el nuevo funcionario descubrió que tenía acceso a vales de gasolina y facturación de alimentos. Los padrecistas que regresaron a gobierno vía administración de Alfonso Durazo, ya saben el caminito en esto de corromperse.

Los vales se van a acabar en los primeros diez días de cada mes. El nuevo secretario llega con muchas deudas y de seguro los acaparará. Asimismo, las invitaciones a comer son desmedidas pues la mayoría son pedidas a la oficina quesque porque no se regresará a casa debido a que hay mucho trabajo, pero también se envía al hogar alimento preparado en restaurante. La nueva y renovada vida. Ujajay.

Viene luego la selección de subsecretarios y directores de áreas. Quienes lleguen con la venia del gober entran sin filtros, el resto será por designación propia del secretario o vía catafixia, creándose así una red de complicidades.

La otra horneada de cambios será en las áreas administrativas. Se requiere gente experimentada para que sepan realizar bien las simulaciones, ejecutar adecuadamente las licitaciones para que gane la constructora del compadre o bien, que sepan mantener siempre una caja chica a disposición de gastos imprevistos que terminan siendo recurrentes.

En el caso de la administración de Claudia Pavlovich, todos los encargados de las áreas administrativas tenían un solo origen ante quien rendían cuentas (Fausto “El Picudo” Pavlovich) lo cual genera una historia que con seguridad se irá deshilando poco a poco.

Los padrecistas (que de cierta manera eran “mochos tapados” y los morenistas, considerados “libertinos abiertos”), sufrieron las presiones del hogar. Los créditos se les abrieron -- carro nuevo para la esposa, viajes, remodelación de la casa, pachangas caseras– y a ello súmele los gastos propios de otra mujer en su vida que eleva al secretario en calidad de “macho alfa” o bien, de los nuevos amigos (harto lisonjeros: “sí, señor secretario”) a quienes hay que complacer bajo el amparo “de hacer amarres a futuro”. Lo mismo va a pasar entre los morenistas. Acuérdese de mí.

Estos escenarios son muy divertidos de escribir. Le debo otros más sobre otros tópicos.

EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…

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