Sheinbaum, la dura…

2024-03-19 | Armando Vásquez A. | Columna Archivo Confidencial
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LAS MANIFESTACIONES de los morenistas están subiendo de tono en diferentes estados como en Puebla donde denostan contra Alejandro Armenta con origen priísta o en Veracruz con Rocío Nahle, con su inicio perredista.

Hay otros tres del PRD: Javier May en Tabasco, Margarita González de Morelos y Clara Brugada en CDMX. Dos del PRI: Claudia Delgadillo en Jalisco y Eduardo Ramírez en Chiapas y dos del PAN: Huacho Díaz en Yucatán y Alma Alcaraz en Guanajuato.

Todo comenzó en Culiacán, Sinaloa cuando Claudia Sheinbaum abrió en septiembre del año pasado la puerta para que entraran los primeros neo morenistas provenientes de otros partidos políticos. Recibió una rechifla pues hacía a un lado a quienes desde la fundación de Morena –en 2011--, han buscado una candidatura.

Sheinbaum trató de explicarles y justificarse alegando que el objetivo era que se unieran más gente al movimiento transformador, esto sin importar su profesión, oficio, religión y militancia partidista, pues aseveró que la unión es lo que fortalecerá la lucha por los derechos y el bienestar del pueblo de México.

Dijo que era la única manera de lograr los grandes cambios que necesita el país, por lo que reiteró su convocatoria a la unidad.

‘’Tenemos que reformar la Suprema Corte de Justicia, queremos que los ministros se elijan por el pueblo, queremos que los consejeros electorales se elijan por el pueblo, para eso necesitamos cambiar la Constitución, porque eso está en la Constitución y para eso necesitamos una mayoría calificada. Nosotros somos Morena, nosotros tenemos nuestros principios, tenemos nuestras causas y aquel que quiera sumarse a nuestras causas y esté de acuerdo en cambiar la Constitución para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación sea electa por el pueblo, bienvenido porque está contribuyendo a la democracia’’, señaló.

Y háganle como quieran, prácticamente les dijo ante tal estrategia utilizada por el mismo López Obrador. Dejó pasar cinco meses y ante la insistencia de miles de inconformes dijo en Puebla:

“Hay compañeras, compañeros fundadores de Morena, que son fundadores pero que no ganan una encuesta y hay otros que se acercaron hace 6 años hace 3 y que sí ganan encuestas”.

Aseguró que estas eran una muestra de la voluntad del pueblo y “hay que confiar en el pueblo porque no puede ser que confíemos en el pueblo hasta que éste no nos favorece. Este es un movimiento, no es una lucha por cargos o encargos “.

Su mano dura cimbró todas las estructuras de Morena en el país y como rinoceronte, sin voltear a los lados, siguió con su mira de lograr el objetivo. Ya después de que gane y si le viene en gana, realizará una operación cicatriz nacional lo cual le incomoda sobre manera por eso de andarse preocupando por quienes pisa y remacha contra el suelo.

Ejemplos sobran.

Cuando le puso una embarrada al gobernador Alfonso Durazo con aquel dedo acusador a inicios del proceso, el desdén con el que ha tratado a Marcelo Ebrard quien no ha retirado la denuncia contra ella por utilización de recursos gubernamentales para hacer su campaña, el caso del cabizbajo y agüitado de Adán Augusto quien recibió un trato inadecuado, el maltrato a la jerarquía católica al desdeñar su propuesta contra la inseguridad, lo hecho a la misma Clara Bruganda durante el inicio de su campaña y visto por miles de asistentes al zócalo.

¡Ah! y a los periodistas con los que se ha enojado y agredido verbalmente por no ponerle preguntas a modo. Y a la serie de eventos de financieros y académicos a los que ha fallado. Y el etcétera sigue. Su mecha corta es la que le inhibe para poder mostrar una sonrisa para una buena foto. Pero no le importa mientras logre ser la próxima presidenta de este país.

Sigue con su continuismo, apoyando todas las políticas de López Obrador, rebajando a los 43 de Ayotzinapa a quienes remachó que seguiría con la investigación una vez como presidenta y les criticó que hayan tumbado una puerta de palacio nacional. “No es lo correcto”, les dijo.

Sin el carisma de López Obrador ni su verborrea, con el ala radical de morenistas en contra, tantas cicatrices sin cerrar –incluyendo de intelectuales, científicos, maestros, estudiantes, profesionistas varios, padres de hijos enfermos, amas de casa a quienes alcanza menos el dinero para la compra del mandado, luchadores sociales, ecologistas, artistas, opinólogos, familias de los más de 181 mil asesinados, feministas, madres buscadoras y tantos más afectados--, obliga a una pregunta que sobresale: ¿es posible mantener la veracidad de las encuestas que le colocan en simpatía por arriba del mismo presidente?

Como que están chocando la realidad alterna de Claudia con la de López Obrador quien prefiere el golpeteo en su persona que contra su pupila. Tal vez ese sea el principal motivo por el cual desde su mañanera el presidente prefiera que los obuses se le vayan encima alejándolos de su candidata y de los dinteles que le pueden causar daño.

EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…

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