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¿Qué tipo de PRI requiere México?

2019-06-14 | Armando Vásquez A. | Sección: Principal

DE ENTRADA SU origen fue la Revolución Mexicana en la que murieron un millón de personas. Es decir fue producto de una necesidad social para buscar lo que dice su lema: “Democracia y Justicia Social”.

Nació como una necesidad de aglutinamiento de las diferentes corrientes de pensamiento político y sectores de la sociedad de aquellos años veintes.

La Revolución Mexicana (1910-1920), originó una amalgama de intereses de todo tipo que no permitía al país avanzar. Cuando Plutarco Elías Calles fundó el Partido Nacional Revolucionario (1929, abuelo del PRI y el papá fue el Partido de la Revolución Mexicana) lo hizo con la intención de conformar una unidad con miras a un nuevo país.

Tata Lázaro, en 1938, cuando le cambió de nombre, refundó el partido (PRN) y aceptó nuevas corrientes al interior, sobre todo de aquella izquierda que globalmente era la “nueva” corriente que abarcaba nuevos pensamientos, aglutinándolas con el fin de buscar esa misma unidad para favorecer sus objetivos nacionales que ya conocemos.

El 16 de septiembre de 1939 nació el PAN como partido de derecha, contraria a los movimientos liberales de ese entonces y conocidos como conservadores, dibujándola como aquella corriente que se opuso a los designios de Benito Juárez y que hoy AMLO tacha de “fifís”.

Como dato curioso, en las boletas electorales aparece en primer lugar el PAN de manera lógica pues el PRI como tal nació el 18 de enero de 1946, aunque festejen el 4 de marzo su día de nacimiento lo cual es válido.

El PRI absorbió todos los sectores posibles de la población para poder defender sus causas y darles identidad, de allí la existencia de organizaciones que aglutinaron a los obreros, campesinos, jóvenes, mujeres, profesionistas, técnicos, comerciantes, prestadores de servicios y cuanta organización social naciera.

Se conformó así una complicidad entre sociedad, el PRI y los funcionarios públicos surgidos de dicho partido que hoy los estudios de mercadotecnia llaman “clientelismo político” y quienes emergían del tricolor como gobernadores o presidentes de la República, se vanagloriaban de los efectos que manejaban como excelencia en lo que consideraban el mantenimiento de la paz social, pues lograron sostenerla, sin lugar a dudas.

Sin embargo, la descomposición del PRI abrogó, no nada más las ligas en torno a compadrazgos y las 25 familias revolucionarias que manejan al país, sino también la creación de una cultura política que conllevó al control como herramienta para sostenerse en el poder.

El PRI manejó la política del péndulo. Centro, centro izquierda y centro derecha, dependiendo de las circunstancias mundiales y acorde a los requerimientos de los Estados Unidos.

Se vino el crack en 1988 cuando un ala del PRI se desprende y surge el PRD y al tiempo Morena, en una historia muy mascada.

Los estudiosos académicos de la política mexicana, sobre todo de EU, denominados “mexicólogos”, para sus explicaciones del fenómeno mundial del comportamiento de México en todos los términos posibles, entre otros estudios aceptaron algunos de comportamiento, entre otros, el de Jacqueline Pechard quien maneja la existencia de tres clases de cultura política en nuestro país.

La cultura parroquial que es aquella en la que los ciudadanos no saben que existe un gobierno y no participa en la generación de políticas públicas, es decir, a quienes les importa una pura y dos con sal que es lo que llamaba Carlos Marx el lumpen proletariado

La segunda cultura política es la súbdita que es aquella en la que los ciudadanos si saben que existe un gobierno y que hacen lo que este les indica… por eso son súbditos.

Y la tercera es la política participativa, que es aquella en la que los ciudadanos si saben que existe un gobierno y que además participan de alguna forma en la construcción o diseño de la ejecución o evaluación de las políticas públicas.

La pregunta es, ¿en qué cultura o clasificación podemos ubicar a los mexicanos?

La respuesta es muy clara, en la primera y en la última son muy pocos, la mayor parte está en la segunda, es decir, en la cultura política súbdita pues la mayor parte de la gente hace lo que el gobierno dice.

Bajo este contexto ahora se entiende la causa por la cual AMLO ha direccionado todas sus acciones en la búsqueda de un gobierno que satisfaga las necesidades, de entrada, económicas de la población, de allí su apoyo en dinero a diferentes segmentos emocionales de la misma.

Su efecto como gobierno se acopla a lo que señala Pechard, razón por la cual no dude usted lector, que AMLO y su nueva 4T duren 18 años en el poder.

¿Qué es lo que debe de hacer el PRI para comportarse adecuadamente conforme a los requerimientos que en este momento necesita el país?

Primero, el equilibrio político es fundamental. Debe haber contrapesos como decía Montesquieu y John Locke y si el poder judicial y el legislativo no lo son como ocurre en este caso en México, la única opción que le queda al PRI –y claro que también al PAN y a otros partidos--, es el cuarto poder, el ciudadano y sus banderas.

Y si el PRI aglutinó a los sectores sociales ya referidos, pues debe sacarlos a la calle.

Segundo, tiene por fuerza que cambiar tanto su nombre como sus colores como lo hizo Tata Lázaro, pensamiento que no es nuevo pues hace una veintena de años se manejó, sin prosperar, pero ahora es una necesidad para lo cual debe conformar una estrategia general que conlleve una serie de ramificaciones que deben incidir en el populo.

Tercero, debe el PRI, en ese tenor de cambiar para mejorar, lograr un cambio que permita acceder a todo priísta influir en su partido, que bien puede lograrse en base a una aplicación adecuada –con todos los candados posibles para que sea efectivo--, y conforme a ello contar con una plataforma que le permita sostener los requerimientos de quienes lo conforman atrayendo con ello todas las mejoras que significan.

Cuarto, establecer un sistema de financiamiento que englobe a todos los integrantes del PRI, pues conocido en que la pertenencia a un organismo político desluce o se limita al no existir un mecanismo que aglutine ese deseo monetario para pertenecer a dicho partido.

Quinto, el PRI es un partido, como otros, transgeneracional y debe aglutinar a las últimas generaciones, los babies gloomers, la generación X y sobre todo los mileniams, pero debe preocuparse por la generación Z (los que tienen 15, 16 ó 17 años), que son los que votarán en el 2024, cuando sean las próximas elecciones a la presidencia de la República.

¿Cómo puede el PRI contrarrestar ese efecto de los apoyos económicos de esa última generación?, ¿Deberá el partido prometer algún incentivo adicional a lo que el Gobierno Federal en estos momentos otorga o realizar una estrategia que supere dicha acción?

Sexto, ¿cómo puede lograr el PRI superar la animadversión ciudadana que le tiene en la lona en estos momentos?... Tiene dos opciones: por un lado, aceptar con humildad las corrupciones imperantes en algunos de sus integrantes y correrlos de su partido en primer término (como ha estado ocurriendo) y en segundo, a parte de la depuración, conformar los procesos necesarios para evitar que más elementos nefastos continúen o dejen de ser factores de poder dentro del partido.

Séptimo, establecer procesos adecuados para que la militancia participativa confíe en que sus decisiones –sean cuales sean-, serán respetadas.

Octavo, desligar los aspectos de apoyo grupales o padrinazgos políticos limitando al máximo que los “hijos de papi” o “compadres” sean siempre los ganónes de cualquier acción que emprenda el PRI.

Noveno, ¿puede llegar a desaparecer el PRI?... si, luego de escuchar a José Narro establecer la serie de problemáticas que se presentan en la próxima elección nacional y bajo el pensamiento de Pechard https://twitter.com/JoseNarroR en cuyos mensajes prácticamente establece que va a perder y que el próximo PRI entregará su espíritu político a AMLO.

Décimo, ¿a quién conviene que cada vez el PRI pierda más y más poder y si se le puede desaparecer mejor?

Obviamente no es a AMLO que lo requiere para llegar a acuerdos que requieren en la búsqueda de sus objetivos en estos momentos y en un futuro cercano destruir al PRI desde sus entrañas por considerarlo el principio y fin de todos los males que aquejan al país, pero sí conviene a EU, es más, concretamente al partido republicano que quiere imponer una nueva filosofía política de derecha en México a la cual el PRI no ha querido acomodarse en la suposición de que AMLO también iba a oponerse, lo cual no ocurrió. EU, con Trump le tiene agarrado al PRI de salva sea la parte.

Donald Trump se saldrá con la suya, pero ese es otro tema pues conocido es que los legisladores del PRI dejarán que corra el agua con miras al 2024.

En otras palabras y como dijo el Chapulín Colorado: ¿quién podrá salvarnos?

EN FIN, por hoy es todo, el lunes le seguimos si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet, cuenta con posgrado en Administración Pública y Privada.

Correo electrónico: archivoconfidencial@hotmail.com

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