Soledad Durazo
Sagrario externaba ayer su desencanto o
impotencia. Esa sensación me dejó leer su publicación en redes. Daba cuenta del
hurto del que ella y quienes rentan locales en una plaza comercial de
Hermosillo, habían sido víctimas. Por tercera ocasión los ladrones sustrajeron
el cableado de los aires acondicionados.
Y en ese circunstancia en que se mezclan
tantas sensaciones que incluso quisiera abandonarse lo que con esfuerzo se ha
construido, Sagrario (una de las mejores baristas de la comarca), se preguntaba
si las autoridades conocían la frustración que experimenta quien emprende un
negocio al ver que sus esfuerzos se los lleva la inseguridad.
Yo creo, Sagrario, que si lo saben porque
algún@s lo han experimentado en carne propia o con su gente muy cercana. Y
también en algún momento sienten esa frustración. La diferencia quizá radica en
que esa experiencia no es la misma para quien tiene holgura económica que para
quienes como tú y muchísimas gente más, jóvenes la mayoría, le han apostado
prácticamente todo lo que tenían y tienen…incluso más porque han adquirido préstamos
personales y bancarios.
Y efectivamente, la frustración es mucha
porque el emprendimiento implica de entrada, valor, sueños, ilusiones y coraje,
determinación para vencer principalmente los miedos, la incertidumbre…y una vez
ya que logras darle forma a tus inquietudes, tienes que cumplir una serie de
requisitos para que el SAT, por ejemplo, no suelte al tigre; para que el IMSS
no vaya a embargarte, para que salga la nómina, se pague la renta, el teléfono
y la luz… y seguramente muchas veces te preguntarás ¿Cómo lo hacía La Bartola,
la de la canción de Chava Flores?.
¿Por qué roba la gente? Seguramente te
preguntarás. Y quizá a veces no alcances a comprender cómo es posible que se
arriesguen a ser sorprendidos, a aguantar el estrés de atreverse a hacer algo
indebido… y probablemente te respondas de inmediato: Es que no pasa nada, al
ratito los sueltan si es que alguna vez los detienen… tal vez como respuesta
encuentres que la gente roba porque muy probablemente anda en el viaje de las
drogas y no dimensiona el alcance de sus acciones…o concedas la posibilidad de
que roba porque no tiene alternativa, no encuentra trabajo, lo que gana no le
alcanza, porque tiene hambre…porque perdió valores y adquirió el valor que
vivir en la ilegalidad significa.
Pero luego lees que a Raquel, otra
emprendedora como tú, le robaron prácticamente toda la mercancía que tenía en
su tienda, un local que poco a poco fue acondicionando, cuyos muros aun huelen
a pintura fresca que se mezcla con el aroma de la piel del calzado que trae de
León, sí, igual que tú, impulsando el consumo interno.
Y Armando que también refiere que le han
robado el cableado de cuatro medidores y la tubería del aire acondicionado en
la Colonia Santa Isabel… y así podemos seguir, porque desgraciadamente
referencias abundan, experiencias sobran…
En éste contexto es fácil sentir, como dice
Priscila, que “Estamos desamparados”. Por eso también es muy válida tu
reflexión: cuando emprendemos, le apostamos a la ciudad, generamos empleos,
pagamos impuestos…pero estas circunstancias no alientan el emprendimiento.
Y probablemente haya algo más de fondo: Los
delincuentes y quienes tienen la responsabilidad de gobernar, no han venido de
Marte ni de ningún otro planeta; han nacido y muchos crecido en la misma ciudad
y país que tú, yo, y much@s emprendedores más.
Es incuestionable que la autoridad ha
fallado. El resto de la sociedad, ¿En qué hemos fallado?.
Por lo pronto, Sagrario, Raquel, Armando,
etc, etc, Ustedes están del lado de l@s buen@s, l@s trabajador@s, l@s que
luchan y no se conforman, l@s que no “tienen” que delinquir para vivir. ¿Cómo
le hacemos para que gente como Ustedes se reproduzca a tal magnitud que quienes
robaron el producto del trabajo, del esfuerzo de Ustedes, quienes les hacen
cuestionarse si vale la pena seguir intentando, sean cada vez menos porque les
contagian quienes hacen las cosas bien y le temen al castigo de la autoridad?
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