Tomás, el estudiante de 72 años
Tomás Conant Valenzuela es alumno de una universidad en Ciudad Obregón, pero no es cualquier estudiante, ya que a sus 72 años de edad lleva más de seis especialidades y tres ingenieras, hoy cursa la carrera de Mecatrónica.
Por Joel Gutiérrez Amparano
Azteca Sonora
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Ciudad Obregón, Sonora.- Tomás Conant Valenzuela es alumno de una universidad en Ciudad Obregón, pero no es cualquier estudiante, ya que a sus 72 años de edad lleva más de seis especialidades y tres ingenieras, hoy cursa la carrera de Mecatrónica.
“Me daba vergüenza por qué a veces alguien me pedía que le reparara algo y no podía repararlo y no entregaba un trabajo como debe de ser, entonces dije ‘yo tengo que aprender hacer esto bien, para poder hacer trabajos que la gente les dure’ y por eso empecé a estudiar, pero después como que me abrí al entendimiento de muchas cosas”, expresó Tomás.
Tiene cuatro hijos y ocho nietos, asegura que son su motor de vida y lo impulsan a que siga estudiando; Tomás dice no cansarse de cada día aprender cosas nuevas, pues menciona nunca es tarde para terminar la escuela.
“Siempre les estoy preguntando a los maestros y eso ‘de donde salió y esto, donde lo voy a usar, más delante los vas a usar’ y así explican, pero yo siempre quiero saber del inicio de como salió y hacia dónde vas a parar”, manifestó.
Esta Tomás en el salón de clases junto a sus compañeros, que bien pudieran ser sus nietos, pero él asegura que da un gran ejemplo a los demás jóvenes.
“¿Le apasiona mucho el estudiar? Me emociona, por qué cuando digo esto, yo pensé que no iba aprender y ahora lo estoy aprendiendo, ya puedo hablar un poco de inglés, yo pensé que nunca iba aprender inglés”, expresó.
Su estancia en la universidad es placentera, pues siempre busca aprender y aprender cada vez más, a veces se le van las horas en la escuela y hasta se hace de noche cuando está hojeando libros y resolviendo problemas matemáticos.
“A mí me critican, ‘para que si ya te vas a morir, para que estudias’, pero veo que me estoy estudiado y se me abren ventanas y puertas”, aseguró Tomás.
En su mochila lleva libros, cuadernos, una pluma y una calculadora, pero en su mente carga la mejor arma y son las ganas de seguir aprendiendo.